jueves, 16 de abril de 2009

Suspensa

He tardado 22 horas en volver a llorar. Es la primera vez que el tramo es tan largo y me resulta tan triste pensar que incluso lo cotidiano se vuelve distinto sin ti, que ya he encontrado respuesta a porqué he tardado tanto en volver a derramar una lágrima.

No son los sueños los que nos abandonan, somos nosotros quienes deciden partir sin ellos. Bien porque ya no forman parte de nuestros deseos más fuertes o bien porque los creemos imposibles. Yo siempre me repito que no hay un sueño imposible si lo creo posible, y que no hay nada más duro que hacer de un sueño posible, un sueño mendigo y huérfano. Tú me lo enseñaste. Tú me has enseñado lo más bonito de esta vida que es conocerme sin darme cuenta. Y ahora he respasado mis apuntes sola y si no vuelves hoy, estoy segura que suspenderé mañana, pasado y el otro, los exámenes de todos los días. He profundizado todo eso que te decía de carrerilla quedándome sin aliento por creer que el tiempo puede escaparse en dos segundos, y me he dado cuenta que cuando no estás, todo lo hago más lento: como más lento, hablo más lento, pienso más lento, ando más lento, cierro los ojos más lento, abro la puerta de casa más lento, canto más lento, estudio más lento, duermo más lento y en definitiva, vivo más lento.

También he estudiado las partes del corazón que tú movías facilmente y que yo, con cara de tonta, me dejaba mover ¿Y sabes el problema? que sé porque mañana, pasado y el otro suspenderé el examen de todos los días. Porque el corazón es la base de esta ciencia que yo manejo torpe y que solo apruebo si tú escribes por mí.