sábado, 30 de agosto de 2008

Trenes

La vida pasa y pesa y donde duele, siempre inspira. Súbeme la sábana que acabamos Agosto y tengo mucho frío. Y Septiembre comienza, ya te dije yo que el mundo nunca pararía por ti. O te subes o te quedas en la estación, así de simple. ¿Esperas la oportunidad de tu vida? ¡Qué gracia! seguro que no llega. Las oportunidades las encuentras conforme caminas. Caminante no hay camino, se hace camino al andar -decían- ¿te lo crees? porque yo sí, porque es necesario partir para encontrar el camino. Da igual que ahora no lo veas, lo verás, seguro. La vida es muy perra, cuando fallas te restriega la derrota hasta que ésta se coloca en segundo lugar y hay una nueva que pasarte por la cara. Pero ahora anda, coge las maletas y súbete al tren, hazme caso. Quizás mañana no pasa ninguno o pasan todos de golpe. Pero te aconsejo que no esperes que pase nada. Es mejor no esperar nada de nadie. "Desea poco, espera menos" Mejor nada; ¿vaso medio lleno o medio vacío? ¡qué pregunta más tonta, si los dos están por la mitad! Ni te descontentes con todo, ni te alegres por nada. Calma, cuidado, cautela. No sabes lo que puede haber detrás de la puerta que vas a abrir ahora. No saltes cuando entres en el tren pero tampoco pongas un pie y tengas miedo a poner el siguiente. Te pueden cerrar la puerta en las narices si lo haces. Cambia esa cara y vive. Y afróntalo, estamos aquí y lo que no hagamos hoy mañana tampoco lo haremos. ¿Estás contenta? Pues mira, pues no. Pero ¿y qué? sube la cabeza y adelante, que al final del túnel, siempre hay una luz. Que lo malo existe porque lo bueno se descurbrió y está ahí, paciencia. Y ahora sácate la mano de los bolsillos y sube.

viernes, 29 de agosto de 2008

Nos invade

- Cálmate. Ha sido una pesadilla. Ten, bebe agua. Estás sudando. Ha tenido que ser un sueño horrible ¿no?

Y después de aquellas palabras de preocupación, de aquella mano alentadora, la noche cayó... y el cielo se llenó de estrellas. Y tú volviste a cerrar los ojos, esta vez con miedo a soñar de nuevo pero arropada por aquel manto de estrellas que creías que te protegería en esa noche de verano.
Nos pasamos la vida soñando y, cuando estamos cansados de hacerlo y no queremos soñar más, soñamos sin querer. Quizá el sueño no era tan malo y el problema sea yo, que cojo la mota de polvo de una habitación limpia y todo me de miedo. Demasiado sensible. Excesivamente sensible. ¡Qué asco! depresión continua. Ya viene otra vez el sueño, venga, cierra los ojos. Mañana tienes que madrugar, y así es imposible. Concéntrate, piensa en blanco que cuando menos te lo esperes, volverás a tener pesadillas sin esperarlo, volverás a irritarte y volverás a tener miedo a cerrar los ojos. Porque el miedo siempre está ahí. Ciérralos. Pero no esperes no encontrar nada cuando lo hagas. El miedo te atacará de todas formas.

jueves, 28 de agosto de 2008

Se acabó

Cierra la puerta. Hoy no quiero volver a salir por ella, ponerme un antifaz que no me pega y sonreir, para que todos crean que sigues siendo la misma, que nada te perturba y mucho menos que sientes un gran vacío por dentro. Por eso, pon música lenta y déjame que olvide. Que mañana será otro día y los problemas, durmiendo, se olvidan 8 horas más.
No lo intentes, no me pienso levantar de la cama. No voy a cojer el teléfono. No voy a pronunciar nada que no quiera decir. Voy a dejar de balbucear y de llorar, porque no soy una niña. Ahora tomo decisiones. Los mayores siempre toman decisiones ¿ a que sí ? Por favor, ¡cambia de música! llévame a otro sitio que no sea éste, que no se parezca, que sea diferente; Cámbiame de lugar... hazlo, confia en mi, ya no soy una niña.

viernes, 22 de agosto de 2008

Mañanas insanas

Cierto. Me paso el día haciendo nada. Sin nada me duermo y como es de esperar, sin nada me levanto. Intentamos encontrar respuestas a preguntas que posiblemente, no deben llevar una concreta y... quizás olvidamos que la mejor respuesta, está dentro de nosotros. No hace falta recorrer el mundo, ni buscar debajo de las piedras. A veces, nos pasamos la vida entera mirando algo y, cuando nos vamos, en el último momento, nos damos cuenta que aquello que siempre habiamos mirado, es también, lo que habiamos buscado toda la vida. Y está mal buscar. Porque las mejores cosas no se buscan, se encuentran. Pero puede ser un gran error darse cuenta en el último momento de que una gran respuesta, estaba en nuestras narices. Por eso siempre hay que andarse con los ojos muy cerrados, porque abiertos siempre lo ves todo. "No se trata de ver para creer, se trata de creer para ver. Crea, y entonces verá" De modo que, cerremos los ojos. Adentrémonos en nosotros mismos y encontraremos las palabras más sinceras y verdaderas que podemos llegar a encontrar. Porque es mejor no buscarlas, preferiblemente, es mejor cerrar los ojos.
Como es de esperar, alejarse de la ciudad, me hace pensar demasiado. En exceso.

jueves, 21 de agosto de 2008

Pequeñas cosas

Las pequeñas cosas. Los detalles. ¿Qué seriamos nosotros sin las pequeñeces? Esas que nos hacen sentir vivos, que pueden ser tan pequeñas que ni logren verse pero, se vuelven tan enormes cuando aparecen que pienso que no puede haber nada más grande que eso en el momento oportuno. Y con lo del momento oportuno me refiero a todos los momentos oportunos que uno pueda tener en su vida, dígase, siempre. Porque siempre es el momento oportuno para un abrazo, algunas palabras de aliento, un te quiero, una sonrisa, una sorpresa que no te esperabas, un paseo.
Por eso, olvidémonos de las grandes masas materialistas que atribuyen la palabra detalle a regalo y regalemos abrazos, besos, te quieros... ¡a todo el mundo! porque nunca se sabe lo que puede pasar mañana y es muy triste no hacer regalos así todos los días. Saber vivir bien y gratis es fácil, muy fácil...

miércoles, 20 de agosto de 2008

Empezar

Comenzar, iniciar, emprender. ¡Qué difícil! . Siempre me pasa. En pleno Agosto y el aire acondicionado a 18º. Los pies fríos y el cuarto más desordenado que nunca, pese a las pocas cosas que tengo que hacer en el día. Y ahora estoy aquí, había pensado muchas maneras de empezar, pero luego llegas, te sientas en la silla que te regalaron un día, sin que tú te lo esperases, le das al click, enciendes el ordenador, pones una página en blanco y... ¡pam! te bloqueas. Escribes, lees y acto seguido, borras. Y sigue sin gustarte y no dejas de preguntarte por qué no te agrada nada, llegando a la conclusión de que no sabes ni lo que quieres decir. Entonces cierras. Y te vas. Y esperas que venga alguien, que aparezca la oportunidad de tu vida, una casualidad, la suerte que haga que no puedas parar de teclear, sin parpadear, con llamas en las yemas de los dedos; Pero no es bueno esperar o quizás sí. En realidad podría contaros mi vida uniendo casualidades pero no resultaría muy entretenida. Porque no lo es. Y si lo es, estaba distraída, esperando. Yo le echo la culpa a esos simples dígitos que siempre deciden por nosotros, porque son ellos los culpables de este fracaso. De nuestro fracaso. De todos los fracasos del mundo. El tiempo. Nos condiciona y hace que no podamos ni detenernos, ni pensar en lo que estamos haciendo. Ni sonreir. Ni comprender. No nos deja cerrar los ojos, ni notar incluso los segundos que corren por nosotros. Por eso puede que mi vida me resulte aburrida, porque entre tanto y tan poco no me he parado a disfrutar ni siquiera en verano, que es cuando más debo hacerlo. He estado parada sin parar de hacerlo. No sé, es raro. Yo soy rara. Y ésta es mi historia.