lunes, 4 de mayo de 2009

Me gusta el fútbol


Aprendí a convivir con mis miedos e inseguridades aunque tenía la esperanza de que algún día, por muy lejano que fuera, consiguiera despojarme de los desequilibrios que solo existían en mi cabeza. Lograría quererme. Vencería el temor a fracasar, que en muchas ocasiones ha impedido que jugara la partida de mi vida. Porque yo, la vida la entiendo como una liga de fútbol en la que un día ganas y otro pierdes, en la que a veces tienes suerte y otras te clavan 6 goles por la escuadra sin esperarlo. En la que corres por un sendero firme y cuando quieres darte cuenta diluvia, y tu camino se torna inestable ante tu marcha. En la que todos los días estamos expuestos a un entrenamiento constante, que nos va haciendo cada vez más resistentes al dolor situado de lleno en pleno pulmón. En la que tenemos ilusiones, que se desbaratan o se incrementan según ascendemos o descendemos de categoría. Donde los sueños priman y, siendo acordes con nuestras pasiones, intentamos hacer realidad.
He aprendido a convivir con mis miedos e inseguridades, porque todos los días, bajo de mi tranco y salgo a un estadio repleto de gente que no conozco. No es una careta, no es una máscara lo que me pongo, no es falsedad, no es aparentar lo que no soy, no es creérmelo, es confiar en mí y haber llegado por fin, a aceptarme tal y como soy. Y eso no significa que muchas veces no sienta miedo, porque también considero que jugar un partido sin temor a perderlo, no es jugar un partido. Y yo la vida, todos los días me la juego.